No es falta de ganas, es falta de tiempo. Pero lo sacaré, de verdad que lo sacaré.

Siguiendo con el tema de los dos últimos post quería hacer hincapié en otra cosa que se puede valorar de la experiencia con mis niños del hospital. Además de sus increíbles ganas de vivir, de la actitud positiva de quienes les acompañan y otras miles de cosas, hay una herramienta clave con la que cuentan todos los niños en su vida y es la falta de conocimiento basado en la experiencia.

Parece mentira que algo tan importante para nuestra vida de adultos como es la experiencia pueda ser una verdadera traba en muchos casos para llegar a alcanzar la felicidad, como ya he mencionado en otros post.

Es cierto que el niño no deja de ser un niño, que el dolor existe, pero no alcanza su mente a tejer redes sobre el dolor. A un adulto nos diagnostican una cardiopatía y en mayor o menos grado tenemos una base de datos en nuestro cerebro referente a ellas. Operación (hospitalización), puntos de sutura (dolor), pruebas (aburrimiento), vía (angustia, al menos a mi)...

De hecho acordándome de la vía me acaba de venir a la cabeza la única vez que me operaron y el follón que monté en el hospital cuando la pobre mujer aun solo tenía la vía en sus manos y ni me la había clavado. Si, le tengo pánico a las agujas y mis mecanismos de defensa por traumas pasado se activaron sin pensarselo.

Ya también me he fijado que en los niños que acompaño mayor es el sufrimiento cuanta mas edad tienen. Yo creo que se debe a dos cosas. Primera y no debo descartarla y es la dureza de sus tejidos. Es cierto que no es lo mismo operar a un bebé de 9 meses que un hombre de 50 años. El bebé tiene una regeneración celular muchísimo mas rápida. Pero en segundo lugar no quiero descartar lo que os he dicho, la falta de experiencias, lo que les hace enfrentarse a las operaciones con una mente limpia, sin anteponer prejuicios a la experiencia. Es curioso ver como a un niño de 6 años operado lloriquea (sin llorar) al incorporarlo en cambio un bebé de 10 meses poco mas y se ríe de ti.

Si algo estoy aprendiendo de los libros de autoayuda es el concepto de que la mayoría de nuestros sufrimientos vienen dados por culpa de la imagen preconcebida que tenemos del mundo. Lo curioso es también con el tiempo hilar y ver que no es un invento del new age, es que son muchos los que lo han defendido siempre.

Hace poco leía en una noticia este párrafo:

Hace ahora justamente seis años, en abril de 2002, el lama budista Tamdig Gyatso reunió a los mil quinientos monjes del monasterio de Dharamsala, en el sur de la India, donde reside el Dalai Lama, para despedirse. Se puso en postura de meditación y así permaneció tres días hasta pasar al paranirvana. Es decir, hasta superar el doloroso trance de la muerte. Las autoridades indias exigieron a los monjes que retiraran el cuerpo aparentemente sin vida del lama —carecía de signos vitales y su corazón se había parado, aunque permanecía en postura de meditación— ante el riesgo de putrefacción multiplicado por una tórrida temperatura de 40 grados. Los monjes se negaron. “No está muerto”, dijeron, “aunque su cuerpo carezca de signos de vida”. El lama continuó así durante horas y horas, sin que su cuerpo fuese afectado por los síntomas de la corrupción de la muerte.

Me resultó realmente fascinante ver como alguien podía conocer el momento de su muerte y con total serenidad afrontarla sin sufrimiento, porque no cree en él.

¿Es posible llegar a ese estado de "no sufrimiento" si volvemos a pensar como niños y nos libramos de todas las creencias que nos atosigan en el día a día? ¿Casi como si cada experiencia negativa supiesemos borrarla?

Creo que la clave puede estar en el pensamiento positivo.

Sea como fuere, esto me sigue pareciendo un mundo fascinante.

Feliz semana a lunes!!!